Pasión y Guerra del Paraná Guazú
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comenzamos hoy una serie de entradas sobre la situación política y social en el Río de la Plata a principios del siglo XVI centrándonos en personajes con nombre y apellido de los cuales tenemos registro. Hombres y mujeres que se enfrentaron y se aliaron, que se odiaron y se amaron y de cuya memoria tenemos recuerdo.
Recrear por ejemplo escenas del lansquenete Ulrich Schmidl en el campo de batalla es un desafío, porque al extraordinario ambiente bélico europeo de la época se le agregan los colores y texturas de las Indias. Algo muy exótico, dado que técnicas de combate, armas y uniformes indígenas son completamente diferentes a los europeos.
Los americanos del siglo XVI van a la guerra llenos plumas, pircings de hueso, tatuajes, corazas y collares de plata y oro que brillan al sol, deslumbrando al oponente, bailan durante días en derredor del enemigo para hechizarlo, y se transforman literalmente en animales durante el combate. Algunos, como los guaraníes, incluso se comen a sus enemigos en asados multitudinarios, cocinando a propósito delante del enemigo para que huelan la carne a la brasa, como hicieron en 1516 los mburuvichás chandú de las islas del Delta del Paraná con Juan Díaz de Solís, el Piloto Mayor del Reino de España.
Por sus parte los lansquentes no les iban a la zaga, eran personajes muy especiales, infantes alemanes que evolucionaron de llevar pica a arcabuz, una tecnología temible para la época y en ese lugar. Con la llegada de Carlos V se abrió la puerta para ellos en las Indias. Ulrich Schmidl fue uno de ellos. Llegó al Paraná Guazú (Río de la Plata) con el primer Adelantado Don Pedro de Mendoza y era un hombre joven y corpulento con una impresionante energía, valiente, práctico y frío. Las descripciones que nos ha dejado son acépticas pero justas y generalmente no abre juicio sobre las acciones de sus enemigos ni sobre las propias, con total desapego dice “compartieron su pobreza con la nuestra” cuando los querandíes le dan de comer o luego”los matamos a todos, mujeres y niños incluídos“.
Su historia fue extraordinaria, partió de su pequeño pueblo alemán natal y volvió sano y salvo 20 años después, para escribir un sin fin de experiencias dignas de una película de aventuras y drama. Llegó al Paraná Guazú en 1536 en la expedición más grande que enviara España a América hasta ese momento, un flota con mas de 2.000 hombres y más de diez navíos. Nobles, militares de pro, héroes de las guerras europeas, artesanos y colonos. Los comandaba Don Pedro de Mendoza, un grande de España.
Los masacraron.
Mendoza cometió el error de saquear primero un asentamiento Querandí los cuales se defendieron y mataron a su hermano, aún así incursionó en varias ciudades guaraníes chandú, atacándolas también. La respuesta tardó tres meses en llegar pero fue terrible. Una coalición de cuatro naciones con más de 10.000 combatientes los atacó en el campamento que los europeos llamaban Buenos Aires. Primero los sitiaron hasta que la hambruna empezó a matar al ganado, la tropa y los colonos. Finalmente la coalición asaltó por tierra y agua. Por tierra, querandíes y charrúas -que eran capaces de correr durante horas a velocidades increíbles- les arrojaban con precisión unas bolas de piedra del tamaño de un puño, que horadaban los morriones de fierro de los soldados y flechas incendiarias que quemaron todas las casas y cobertizos del campamento invasor. Mientras por agua los canoeros chaná y guaraníes se ocuparon de las naves. Atacaron en cientos de embarcaciones que soportaban 40 guerreros cada una. Incendiaron la flota española con flechas encendidas. Quemaron el campamento. 1.600 hombres de Mendoza murieron.
Buscando aliados
Entre los 400 que se salvaron esta Ulrich Schmidl. Huyeron a una ciudad amiga, los Timbú, aliados del Tawantinsuyu Inka y enemigos de los guarani. Los Timbú eran comerciantes fluviales y diplomáticos, aliados de los Qara Qara, mineros del Imperio Inka, custodiaban el camino del Kachi Mayu, el Río Salado, que se conectaba con el Kapak Ñan, la red vial del estado incaico.
Los timbú conocían a los europeos, ya habían enviado tres embajadores a Europa en la visita anterior de Sebastián Caboto así que aceptaron a los restos de la hueste de Mendoza por aquello de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” y porque los europeos tenían arcabuces, caballos, perros, hachas, hierro, pólvora, pagaban bien por la comida y por dejarlos asentarse en sus dominios. Todo esto era muy valorado en aquella época.
En El Timbú Ulrich Schmidl vivió 4 años, hasta que negociaron con la Gran-Ciudad-Guarani de Lambaré que hoy se llama Asuncion del Paraguay. Pero en esos cuatro años pasaron muchas cosas, los europeos comenzaron entender la política del Parana Guazú y a las diversas naciones que a veces se aliaban y casi siempre se enfrentaban unas con otras. El gobierno de El Timbú les permitio contruir una casa-fuerte donde se alojaron la mayoría.
Para Rochera Guazú el máximo dirigente timbú era importante tener a los extranjeros en casa porque su poder de fuego y sus naves de gran tamaño eran un aporte frente al permanente enfrentamiento con los mburuvichás guaraní. Además, los europeos querían algo que el tenía, información sobre las minas de oro y plata de los Qara Qara y un salvoconducto para llegar a la Federación Aymara y el camino al Cuzco…
Continúa…