Una cronología charrúa entrerriana

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Antes el río Gualeguaychú era Río de los Charrúas

Llegó a mediodía don Gaspar el Costero con 30 indios armados. Les hablé, pero ninguno bajo del caballo, y de Gaspar por más que le decía, no saqué ni un ‘tá’  frío. Aunque sabe bien la lengua guaraní

Así nos cuenta el padre Tomás de Baeza en una carta fechada el 15 de abril de 1682 su encuentro con el Suaj Don Gaspar apodado “El costero“. No todos los suaj (líder, en lengua charrúa) ostentaban el título de “Don”, solo aquellos que se lo ganaban negociando con los españoles, quienes se lo otorgaban en reconocimiento a su poder.

Don Gaspar, asentado entre la Selva del Montiel y los campos de Curuzú Cuatiá controlaba un basto territorio desde Santa Fé hasta las misiones guaraníes en Corrientes. Coherente con la estrategia de largo alcance establecida por las juntas de suaj, solo negociaba con “directores de proyecto” como diríamos hoy, a saber, el Superior Provincial de la Orden Jesuita, el Teniente de Gobernador de Santa Fé o los Tuvichá Kuera “Los grandes líderes” de los pueblos guaraníes, todos estos, junto con él, eran los responsables del duro y a veces violento juego político en el cual vivía la mesopotamia argentina en los siglos XVII y XVIII.

Tomas de Baeza continua su relato:

“(Don Gaspar) solo dijo que las tierras en las que querían  estar eran suyas, y que  no quería ver en ellas padres, ni tampoco pueblo de cristianos, y que no se podían olvidar que en la última guerra los (guaraníes) luisistas les habían muerto su capitán y que no estaba bien con aquél padre viejo (Nusforffer, superior jesuita) que siendo superior había despachado soldados contra ellos y traído españoles de Santa Fe a hacerles daño” 

Don Gaspar es solo un ejemplo de una basta red de líderes que llevaron adelante la estrategia de autonomía de la nación charrúa en el territorio que hoy conforma la provincia de Entre Ríos. Estrategia que, si bien fue coherente con la implementada por otros suaj charrúas de la Banda Oriental y Río Grande Do Sul tuvo sus particularidades en tierra entrerriana.

La más importante particularidad de los charruas entrerrianos respecto de los orientales fue que el centro de la mesopotamia conformaba el “nucleo duro” y más aislado de la nación charrúa. Zona inexpugnable, apartada de las vías frecuentadas por los mburuvichás (jefes locales) guaraníes y sus aliados españoles, quienes “señoriaban”, como se decía en la época, los ríos Paraná y Uruguay, pero que no controlaban el interior de la provincia. Porque los pajonales desérticos que se dilataban en los campos de Curuzú, la Selva del Montiel y por el sur las Islas del Ybikuí, llenas de jaguares, protegían el centro de la provincia. Los bañados del Gualeguay río que con justa razón los españoles llamaban “Río de los Charrúas” y accediendo a través de él hasta la depresión de Y Jaguarí (El río del jaguarcito, hoy Villaguay) conformaron la zona donde los suaj se refugiaban por su condición de centro estratégico y paso obligado,.

Desde allí, en épocas de guerra lanzaban sus ataques hacia Santa Fé o Yapeyú. Y en épocas de paz comerciaban conectando con las rutas que unían los campos de la banda oriental y más allá los puertos portugueses donde podían vender ganado, yerba, leña y corambre (el cuero ya tratado) a los comerciantes ingleses y franceses. A cambio traían herramientas, ropas y cultura. Fue así por ejemplo como llegó la chamarrita -que era un ritmo originariamente portugués, de las islas Azores- a Entre Ríos.

Para las autoridades coloniales por supuesto esta circulación de bienes sin pagar impuestos era un auténtico problema. Los funcionarios coloniales no consideraban esas actividades como comercio sino como contrabando que estaba penado por la ley española. El problema era que los suaj tenían su propia ley originaria y que esas rutas eran las mismas que recorrían desde hacía siglos, conectando los caminos que venían de los Andes hasta Santa Fe, entraban por La Baxada del Paraná y atravesando la provincia cruzaban el Río Uruguay hasta llegar al Atlántico. Esos caminos son los mismos que hoy recorremos y a pesar de los años transcurridos su recuerdo se conserva en nuestra tradición a veces de forma tan natural que no lo percibimos.

Yo mismo recuerdo que un día, cuando tenía tal vez ocho años, mi madre que era de Villaguay y como casi todos los criollos tenía sangre charrúa me llevó al río Uruguay, cerca de la vieja Federación. Buscando piedras en el río nos metimos muy adentro, me parecía que estábamos casi a la mitad del río, pero a pesar de ello el agua nos llegaba solo a los tobillos. “Mirá – me dijo- por acá pasaban los antiguos. Siguiendo por ahí se puede llegar a la otra banda – y mostrándome un camino de canto rodado  que apenas surgía del agua agregó:  pero tenés que tener cuidado porque esta lleno de pozos y los pozos se comen a la gente ¿Ves?. señaló una zona que, a pesar de estar junto al “camino” de piedras tenía la superficie del agua calma y oscura.

 Ahora sé que esos son los antiguos “pasos” de los charrúas, también llamados cachoeiras y que unen las rutas que vienen de La Baxada del Paraná y conectan con los caminos que van directo a la costa atlántica. Hace cincuenta años el historiador oriental Don Joaquín Figuera las estudió: Ceibalito, Arapey, Boycuá, Takuy, El Tigre, “Paso de los indios” e Itapeby (esta última era de los guaraníes y quiere decir “Camino de piedra”). Son los viejos caminos que protegían los suaj y en cada uno de ellos hay un hecho histórico que podríamos recordar.  (( Figuera, Joaquín “Boletín histórico del Estado Mayor del Ejército Uruguayo. Montevideo. 1965. ))

n esta entrada voy a publicar 11 hechos, que son 11 caminos y 11 líderes entrerrianos. He preferido que sean pocos pero que estén bien documentados y sobre todo que se pueda reconocer en ellos a una persona con nombre y apellido. Más adelante iré publicando un detalle de lo que pasó en cada caso. Baste por ahora una simple cronología que nos permita establecer un hilo conductor de una parte de nuestra historia. Si sabemos leer en esta cronología que ahora vamos a ver comprobaremos que las acciones de estos  antiguos líderes entrerrianos suceden siempre en un punto estratégico de un viejo camino.

Por ejemplo, en 1531 Y Ñandu (“Avestruz de agua“, un buen nombre para un charrúa que vive en las islas Lechiguanas), contacta con el portugués  Pero Lopez en la boca del río Gualeguay y las islas del Ybikuí. Es muy interesante este encuentro porque es el primero.  En una época en la cual dominan los guaraníes y en  la cercana ciudad de Carcaraña hay mineros del Alto Perú enviados por el Inka, espiando y comerciando metales por plumas y otros bienes de las tierras bajas. Una época donde no hay caballo ni hierro ni europeos.

En 1614 en cambio Yasú que era gobierno en La Baxada (hoy ciudad de Paraná) firma un acuerdo con el cabildo de Santa Fé. No es raro este acuerdo, dado que Yasú reproduce lo que siempre ha hecho un paranaense: negociar con Santa Fe. En aquella época a Santa Fe le decían simplemente “La ciudad” y la banda oriental del Paraná era conocida como “La Banda de los charrúas”. Así como sus abuelos habían negociado con los Carcarañáes antes de la llegada de los españoles,  así Yasú negociaba con Hernandarias que quería pasar a la banda oriental. Pero el acuerdo era entre iguales. Poder colonial y poder charrúa.

En 1750 con Naigualvé en cambio las cosas han cambiado, de hecho se inicia el período más duro. Porque siete años antes, en 1743, en Madrid, el Secretario del Tesoro, Armada e Indias del Gobierno de España, Don José Campillo y Cossío  puso en marcha un plan de reestructuración económica que tenía como objetivo hacer más competitiva a la economía española frente a Gran Bretaña. Plan que consideraba a las colonias como un gran mercado sin explotar para la industria española, y donde su población, especialmente los indios eran el tesoro de la monarquía dado que podían consumir las manufacturas producidas en Europa si previamente eran convertidos de autosuficientes en consumidores. La puesta en marcha de este plan afectó tanto a las misiones jesuíticas que fueron desmanteladas como al comercio entrerriano en manos charrúas (contrabando para la hacienda colonial), que tuvo que integrarse al circuito colonial. Así pues, tenemos la “Guerra Guaranítica” en Corrientes y Misiones que terminó con la autonomia guarani-cristiana y la expulsión de los Jesuitas y las guerras charrúas que afectaron directamente a Naigualve y sus paisanos y cambiaron la configuración social de la provincia.

Otro día publicaremos los pormenores de la guerra. De momento quedémonos con el momento final. La batalla en el cerro de la Matanza (ciudad de Victoria) en la última cuchilla, la última elevación antes de los llanos santafecinos que es también el final de un camino. Hoy se yergue allí el vía crucis que los monjes benedictinos mantienen, frente a la Abadía de Victoria. Para Naigualve y su gente también era un lugar sagrado, por eso lo eligieron como último bastión cuando se supieron perdidos. Contemplar las islas del delta desde esa elevación mientras se pone el sol es una experiencia religiosa sin duda y así lo entendieron probablemente tanto los antiguos charrúas como los monjes que fundaron la Abadía.  Pocos saben que al pie de la cuchilla hay un bosque artificial de ombúes. Es algo único sin duda porque el ombú es un gigante solitario, sin embargo los charrúas plantaron allí un bosque al pie  del cerro de la Matanza. Ellos dicen que cada ombú es un alma…

Al pie del cerro de la matanza hay un bosque de almas

En definitiva, hay una estrecha relación entre el territorio y sus puntos estratégicos y los hechos históricos relevantes de esta provincia. Una relación documentada a lo largo de siglos y que es parte de una estrategia deliberadamente sostenida por los charrúas entrerrianos con el fin último de proteger su autonomía política a través del control efectivo del territorio, el auto-abastecimiento económico.

 A continuación podemos ver una breve animación que nos permitirá conocer quienes fueron esos líderes, su ámbito de actuación y el principal logro político de cada uno entre los años 1531 y 1764, es decir, desde que se tienen registros documentales hasta la pérdida de autonomía política en el actual territorio de la provincia de Entre Ríos.

 

 

Bibliografía

La nota referente a la carta del padre Tomas de Baeza fue tomada de l libro “Desde Los Confines de Los Imperios Ibéricos: Los Jesuitas de Habla Alemana”de Karl Kohut y María Cristina Torales Pacheco. y puede consultarse la version digital en Google Books

Para la elaboración de la lista de jefes charrúas hemos consulado:

Barrio Pintos, Anibal “Caciques charrúas en territorio oriental”. BAnco de Seguros del Estado del Uruguay. Descargar version digital: http://www.bse.com.uy/almanaque/Almanaque%201981/pdf/0%20-%20025.pdf

Bertochi Morán, Alejandro. “El puerto menor de San Fernando de Maldonado”, En “Revista de Historia Naval. Nº 13. Editorial Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada Española. Madrid. 1986.

Buffa, Josefa Luisa. “Toponimia Aborigen de Entre Ríos”. Tesis de Doctorado. Ed. Renacimiento. España. http://www.iberlibro.com/Toponimia-aborigen-R%C3%ADos-BUFFA-Josefa-Luisa.-/1076081763/bd

Figuera, José Joaquín. “Breviario de Etnología y Arqueología del Uruguay”. Boletín Histórico Nº 104-105. Editado por el Estado Mayor del Ejército de la República Oriental del Uruguay. Montevideo 1965. Versión digital

Gaspar L. Benavento. “El Guaraní en Entre Ríos

Petit Muñoz, Eugenio. “El mundo indígena” Específicamente “El Gran complejo Charrúa” p. 6. Editada por Enciclopedia Uruguaya. Montevideo, 1968. Versión digital http://www.periodicas.edu.uy/Enciclopedia_uruguaya/pdfs/Enciclopedia_uruguaya_1.pdf

Rossi, Juan Jose “Los Charrúas” Editorial Galerna, Buenos Aires, Colección “Aborígenes de la Argentina”, 1ª edición 2002, 2ª edición, Buenos Aires, 200. Edición digital

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