Claves de la Medicina Nativa Latinoamericana
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La integración de naturaleza y cultura
“Nuestra sabiduría está en el conocimiento que tenemos del idioma de los pájaros, del idioma de los animales, que nos cuentan las cosas que ocurren a nuestro alrrededor. Las que ocurren muy lejos, donde no llega nuestra vista ni perciben nuestros oídos. Fuimos destinados a conocer la ley del bosque. El día que se acabe la raza guarani, se acaba todo. Nuestra misión es mantener el mundo vivo. Cuando nosotros terminemos, el mundo terminará” (( Palabras de un Karaí, médico y shamán guaraní recogidas por el antropólogo Miguel Chase Sardi. Ver “Los guaranies”, Adolfo Colombres. Ediciones del Sol. Bs. As. 2008. ))
o podemos abordar la idea de salud y bienestar entre los pueblos originarios de América si no analizamos brevemente cómo piensan la relación entre naturaleza y cultura, dado que es a partir de esa relación que se construye un mundo, dotado de un sistema de valores y categorías mentales a partir de los cuales la idea de salud y bienestar tienen sentido.
A pesar de la multitud de sociedades de muy diversa configuración en la que está representado el mundo indígena americano la relación naturaleza-cultura conforma un verdadero punto de encuentro, pues todas las sociedades nativas, así se trate de pequeños grupos autónomos o grandes estados multiétnicos están de acuerdo en la base de esa relación.
La gran diferencia entre la sociedad global actual y las sociedades originarias históricas de América y sus descendientes que aún se rigen por su lógica radica en que para la sociedad global hay un corte o separación entre el mundo de lo humano y el mundo natural, mientras que en la concepción originaria del mundo no tenemos esta diferencia. Solo hay un continuo.
Esto no significa que desde dentro de la concepción originaria del mundo no percibamos las diferencias evidentes entre algo que pertenece a lo humano de aquello que pertenece al mundo de los animales, del mundo físico o de los espíritus. Los indios saben quien es Obama, Michael Jackson o el FMI, tienen móviles y navegan por internet, según los casos viven en entornos urbanos más o menos sofisticados utilizando medios informáticos o comprando en grandes almacenes y pagando impuestos. Ante todo debemos olvidar la imagen del buen salvaje y comprender que estamos hablando de personas del mundo actual pero cuya filosofía de vida y valores no es la misma todo el tiempo que la de la sociedad global.
Sin embargo cuando cae un rayo sobre un árbol por ejemplo entre los guaraníes, no se dice “cayó un rayo” en tanto entidad física carente de voluntad, sino que se piensa en qué hizo el árbol para que una entidad del aire se enajora y cayera sobre él. ¿Sobrevivió el alma del árbol? “Creo que no quería matarlo del todo, solo quería darle un susto” dirá un guaraní. Es un pensamiento para el cual existe una continuidad entre el mundo que nos rodea y nosotros, y por tanto todo el circuito está imbuido de voluntad, no solo lo humano. Cuando preguntas a un guaraní “¿Para qué armas la trampa? No dice “para cazar un pájaro” sino, “para que la trampa se divierta”.
¡Pero atención! Porque al mismo tiempo que el mundo que nos rodea está humanizado, también lo humano y su interioridad es naturaleza pura. Por eso el karaí puede decir, “Cuando ya no estemos, no habrá mundo” pues las personas somos -y el mundo es- parte de la misma acción. (( Ver el minuto 4:44 del documental “Bicicletas de Ñanderú” filmado por los propios guaraníes de la localidad de Koenju, São Miguel das Missões no Rio Grande do Sul, Brasil. Dirigido por la realizadora guarani Kerentxu Ferreira. ))
Así pues la oposición naturaleza/cultura a la cual están tan habituados quienes viven en la sociedad global es el primer parámetro que se debe poner entre paréntesis si queremos entender la idea de salud entre los pueblos originarios. Pensar en la salud humana nos debe llevar a pensar automáticamente en la salud de nuestro entorno, pues no hay diferencia entre uno y otro. No porque no se perciba la diferencia entre uno y lo que nos rodea, sino porque son parte de lo mismo.
La naturaleza no es la Pachamama
Si hechamos una mirada sobre las sociedades andinas podremos entender un poco más las posibilidades que alberga la idea de naturaleza/cultura como totalidad, para ello vamos a analizar brevemente la idea de “Pachamama”.
Vulgarmente a la Pachamama se la asocia a la idea de “madre tierra” como un medio en donde los humanos habitamos y al cual podemos pedir protección y a la cual habría que cuidar. En este sentido el creyente en la pachamama sería algo así como un ecologista nativo que respeta la naturaleza y el medio ambiente, humanizándolo en una caracterización maternal. Nada más lejos de la idea de Pacha.
La Pacha no es la naturaleza, como ente separado de nosotros. La pacha es el mundo. No solo la tierra. Aunque nos agachemos y dejemos una ofrenda al iniciar el camino y digamos “Santa Tierra-Santa Tierra” para que nos proteja. Aunque volquemos nuestro vino cuando estamos festejando con amigos y digamos “Pa’la Pacha”. No es a la tierra sino al mundo, de hecho hechamos nuestro vino sobre el pavimento si estamos en la ciudad, no importando si es o no de tierra, si es “natural” o no. Lo importante es el gesto, la acción.
Tradicionalmente la Pacha más que “la tierra” o “naturaleza” ha sido realmente el espacio y el tiempo es decir, las coordenadas en las que se mueve el mundo. Cuando los diaguitas dicen “la Pacha lo sabe todo”, no hablan en el sentido de Yavhé, el dios judeo cristiano omnipresente sino en el sentido de que cada individualidad -piedra, animal, humano- es parte de un código. Doña Cleofé Muñoz, una pastora diaguita de la puna catamarqueña que tuve la suerte de conocer, me lo decía así, “si te fijas bien, verás que todos tenemos una marquita en algún lugar. Mira bien en los corderitos, mira en las piedras, en los niños, si miras bien verás que en algún lugar tienen una marquita, una calita. Es la marca de la Pacha (( En los 80 gracias al arqueólogo Sergio Alexandrovich de la facultad de Antropología de Buenos Aires que realizaba una investigación en Los Medanitos y Fiambalá, en la provincia argentina de Catamarca tuve la inmensa suerte de conocer y convivir brevemente con la familia Muñoz, pastores diaguitas aislados y a la vez portadores de una inmensa sabiduría, quienes tuvieron la amabilidad de enseñarme algunas de sus tradiciones y formas de pensar y a quienes estoy enormemente agradecido. )) .
Esta visión de lo que hay detrás del mundo natural como un sistema es coherente con la visión de lo “sagrado” en resto el mundo andino. Para los inkas por ejemplo los cekes son líneas de energía que unen centros de alto poder energético tales como los Apus (montañas o mejor dicho, la energía de la montaña), y las Huakas, o lugares con voluntad propia y localizada donde a la manera del animismo japonés una divinidad puede actuar en un área restringida o vincularse a un antepasado muerto.Los amautas, los hombres de conocimiento y médicos inkas, tenían que recorrer los cekes uniendo los apus y huakas, atravesando los accidentes geográficos tales como quebradas, precipicios o ríos, ascendiendo riscos y nevados, siguiendo un mapeado lógico sobre la superficie real o física, sin desviarse y sin detenerse, sobreponiéndose a la orografía, al accidente. Es decir, los antiguos amautas recorrían la red de energía que representaban en un mapa lógico el cual subyace bajo los accidentes geográficos de nuestro entorno natural. Del mismo modo, los Muñoz, marido y mujer, pastores de la puna, cuando atravesaban los andes para llevar su rebaño de vikuñitas a Chile tenían muy presente los puntos donde debían pedir a la Pacha que los cuidara, agachándose a recoger una piedra y dejándola en un montículo de piedras o apacheta el cual se va formando por las contribuciones de todos lo viajeros que hacen lo mismo. La clave es saber cuales son esos puntos. Esas entradas y salidas. Y realizar la acción.
Ahora bien, como expertos en organización y logística, los inkas sabían que detrás de esa praxis estaba la idea de un orden matemático que sustenta el mundo y dado que debían administrar un estado hipercomplejo como el Tawantinsuyu con casi doce millones de habitantes habían elaborado dispositivos físicos para armonizar no sólo a las personas sino también la misma estructura administrativa del estado. Uno de esos dispositivos era el Ushnu, construcción piramidal que se erigía en los nodos de energía o huakas unidos por los cekes. Es decir, los Ushnus eran al estado inka lo que las apachetas a los pastores viajeros. Obviamente los Ushus eran escenario de grandes ceremonias cuyo objetivo era “armonizar” a la comunidad del imperio (( Numerosos etno-historiadores y arqueologos los han estudiado, vease un alista en http://es.wikipedia.org/wiki/Ushnu )) .
Por lo tanto toda interrogación sobre la relación entre la sociedad y el entorno natural dentro de la concepción del mundo indígena americano debe tener en cuenta estas ideas de totalidad, de continuidad pero entendiendo que continuidad no es que todo sea igual, todo lo mismo, sino que debemos reconocer los sitios de poder, los hitos donde una persona debe estar consciente de que se halla frente a una puerta y donde conviene realizar los procedimientos para que ese pasaje se realice de forma adecuada es decir, saludable. En otras palabras la salud y el bienestar dependerán de que se realicen correctamente eso los ritos de pasaje.
Citas bibliográficas